Ahora si, dejamos atrás Escocia.
Hablaré de Ella en el cierre del blog. Avanzamos un buen trecho hacia casa
LIVERPOOL, aquella ciudad que ya en
nuestra adolescencia tomó relevancia.
Emocionado, así me introduje por
el muelle Albert Dock, uno de los motivos de considerarse a esta
ciudad Patrimonio de la Humanidad; su ladrillo rojo de finales del
XIX y principios del XX en contraste pero en buena armonía con
las construcciones modernas hacen una estampa magnífica.
El ambiente se adereza con el recuerdo,
la historia, el orgullo de quienes extendieron el nombre de esta
ciudad por todo el mundo. Visitamos el museo de historia de los
Beatles y por supuesto The Cavern, una cervecita no muy cara, música
en vivo en la reproducción de lo que pudo ser The Cavern
original en esta misma calle Mathew Street.

Para cenar volvemos al muelle Albert
Dock, a pesar de ser tarde en algunos restaurantes nos hablan de
esperar una hora.
Liverpool... no está mal para
amortiguar el brusco cambio de Escocia a Inglaterra; no está mal para recordar, para sentirse joven, para cerciarse que las experiencias son los cimientos de nuestra vida.
... Y qué breve y diminuto es el tiempo.
... Y qué breve y diminuto es el tiempo.
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